Ven, Sígueme con Pepe Valle | Una casa en mi nombre | Doctrina y Convenios 124–125

Ven, Sígueme con Pepe Valle de Central de las Escrituras - A podcast by José Valle

"Por difíciles que habían sido los últimos seis años para los santos, la situación empezó a mejorar en la primavera de 1839: los santos refugiados habían hallado compasión entre los ciudadanos de Quincy, Illinois. Los guardias habían permitido que el profeta José Smith y otros líderes de la Iglesia escaparan del cautiverio en Misuri, y la Iglesia acababa de comprar tierra en Illinois en la que los santos se congregarían de nuevo. Sí, efectivamente era tierra pantanosa e infestada de mosquitos, pero comparada a los desafíos que los santos ya habían afrontado, eso probablemente parecía manejable. Por tanto, drenaron el pantano y redactaron una carta de estatutos para una nueva ciudad, a la que llamaron Nauvoo. En hebreo significa “hermosa”, aun cuando era más una expresión de fe que una descripción apta, por lo menos al principio. Mientras tanto, el Señor estaba inculcando en Su profeta un sentido de urgencia. Él tenía más verdades y ordenanzas que restaurar, y necesitaba un santo templo en el que los santos pudieran recibirlas. De muchas maneras, los mismos sentimientos de fe y de urgencia son importantes en la obra del Señor en la actualidad.  Mientras que Nauvoo sí llegó a ser una ciudad hermosa con un bello templo, finalmente ambos fueron abandonados; sin embargo, la obra realmente bella del Señor, desde un principio, ha sido “coron[arle] [a usted] con honra, inmortalidad y vida eterna” (Doctrina y Convenios 124:55), y esa obra nunca tiene fin.  Véanse Santos, tomo I, págs. 407–436; “La organización de la Iglesia en Nauvoo”, Revelaciones en contexto, págs. 282–290."

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