4a. Catequesis Salmos Penitenciales Salmo 50 (51)
Solo Catecumenos ( Solo Para Católicos) - A podcast by solocatecumenos
Categories:
SALMO 50 Misericordia, Dios mío. La Biblia de Jerusalén le pone a este salmo sencillamente el título de Miserere, palabra con la que comienza el texto latino. La introducción al salmo, versículos 1 y 2, dice: «Salmo de David, cuando el profeta Natán lo visitó después de haber pecado aquél con Betsabé». Este salmo penitencial tiene un estrecho parentesco con la literatura profética, sobre todo con Isaías y Ezequiel. Dios, totalmente puro e íntegro, al perdonar, manifiesta su poder sobre el mal y su victoria sobre el pecado (v. 6). El v. 7 nos recuerda que todo hombre nace impuro, y por ello inclinado al mal, Gn 8,21; aquí se alega esta impureza fundamental como circunstancia atenuante que Dios debe tener en cuenta. La doctrina del pecado original quedará explícita en Rm 5,12-21, en correlación con la revelación de la redención por Jesucristo. En el v. 16 se ha querido ver a veces una alusión al asesinato de Urías por orden de David, 2 S 12,9. También se ha leído allí la expresión de la muerte prematura del malvado como castigo por los pecados, según la doctrina tradicional. En el v. 20, al regreso del destierro, se espera, como señal del perdón divino, la reconstrucción de las murallas de Jerusalén. Y el v. 21 es una precisión litúrgica añadida más tarde: en la Jerusalén restaurada se dará todo su valor a los sacrificios legítimos, es decir, oficialmente prescritos. Para Nácar-Colunga el título de este salmo es Confesión de los pecados y súplica de perdón. Es un verdadero acto de penitencia, que según una tradición brotó del corazón y de los labios de David, cuando Natán le reprendió por su pecado. Los versículos 20 y 21 son una adición, hecha después de la cautividad, para adaptar el salmo al estado del pueblo y a sus necesidades de entonces. En el Miserere, el salmista, consciente de su culpabilidad, apela a la benignidad divina. Ya al nacer está envuelto en una atmósfera de pecado porque «pecador me concibió madre» (v. 7). No hay alusión al pecado original, sino a la pecaminosidad inherente al hecho de ser fruto de un acto carnal, que en la mentalidad hebrea implicaba una impureza ritual. --- Support this podcast: https://podcasters.spotify.com/pod/show/solocatecumenos/support