Pan compartido, vida compartida
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10/04/2024 – El padre Matías Burgui nos acompañó en la reflexión del evangelio del día donde contemplamos la multiplicación de los panes. Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:“Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”.Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”. Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”. Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.San Juan 6,1-15 Tremendo milagro el que nos relata y compartimos en el evangelio de hoy que es la multiplicación de los panes. Vemos que el señor de estos cinco panes de cebada y de estos dos pescados que le presentan hace un milagro que es justamente que todos coman hasta saciarse o al menos eso parece en un principio. Vamos a ver que el verdadero milagro pasa por otro. Quiero resaltar en primer lugar que sólo había cinco panes y dos peces y una gran multitud.¿Qué podés ofrecerle a Jesús hoy para alimentar las necesidades de tus hermanos? Denles de comer El evangelio de hoy es clave para entender la buena noticia. Jesús que es maestro, que es verdad, que es vida, nos enseña lo más importante para cualquier comunidad humana que es el misterio de compartir. El Señor siente compasión por esa muchedumbre que tiene hambre y le pregunta a los discípulos cuánto tienen para darles de comer. Esta conciencia de que hay que alimentar o que hay que estar atentos a las necesidades de los hermanos desconcierta a los discípulos. Ellos que sí tienen garantizado el pan cotidiano se sorprenden frente a este desafío de Jesús porque claro la intención de los discípulos seguramente es la de asegurarse ellos algo para comer y despedir a la multitud como insinuándoles a ellos y también a Jesús que se la tienen que arreglar solos. Por eso el verdadero milagro que Jesús les propone es que a partir de estos panes y de estos peces se haga una multiplicación pero no por arte de magia sino por la conversión de los corazones de esos discípulos que se animan a compartir de esa multitud que se abre para dar de lo que tiene y de lo que no tiene. Haciendo el bien el cielo se pone más cerca de nosotros. Que hoy te regales y regales a otros un poquito de cielo. Y lo mucho no se pierde, sino que vuelve a transformarse, a partir de la delicadeza de Jesús de recoger lo que sobraba. Para después, seguramente entregarlo también a otros que necesitarían.