Palabras capaces de dar vida

Radio Maria Argentina - A podcast by Radio Maria Argentina

27/06/2014 – En el evangelio de hoy, Jesús marca la diferencia entre quienes sólo escuchan sus palabras y aquellos que la ponen en práctica. Es desde la escucha atenta de la Palabra, el guardarla en el corazón y que desde ahí, por sí sola traiga nueva vida. Así dijo Jesús a sus discípulos: “No son los que me dicen: ¡Señor, Señor! los que entrarán en el reino de los cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: ¡Señor, Señor! ¿Acaso no profetizamos en tu nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu nombre? Entonces yo les manifestaré: “Jamás los conocí; apártense de mí ustedes los que hacen el mal”. Así todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos, sacudieron la casa, pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre la roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos, sacudieron la casa, ésta se derrumbó, y su ruina fue grande”. Cuando Jesús terminó de decir estas palabras la multitud estaba asombrada de sus enseñanzas, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los escribas. Mt 7, 21-29 Hay palabras y palabras Hay palabras y palabras. Hay palabras que son huecas. Hay palabras que son palabras sabias. Las palabras de los ancianos, hay que aprender a escucharlas con un oído que se hace a la sabiduría de la enseñanza de los que vivieron la vida y le sacaron el jugo de la experiencia y la reflexión de lo vivido. Hay palabras que las decimos al pasar, que no tienen tanta importancia. Hay palabras que son sinceras, como las que nacen del corazón. Hay palabras que esconden mentiras. Cuantos discursos de promesas hemos recibido en estos días, y sabemos que en el fondo, no son palabras sinceras, sino que tienen que ver con un voto, con una adhesión. A un tiempo, a un momento. Que después cambian. Que no tienen consistencia, que son tan volátiles como los acuerdos y desacuerdos que ocurren en el mundo de la política. Donde más que todo es posible, todo vale. Hay palabras sin sentido; hay palabras que llenan la vida, que no son grandes discursos. O acaso no llena la vida oír al niño decir, por primera ves al papá, “Pa, papá”. No dice más que dos sílabas, Pa-pá, y le cambió la vida al hombre cuando escuchó esa primera vez decirle a su hijo papá. Palabras y palabras. Hay palabras que entristecen, palabras que conmocionan. Palabras que llenan el corazón. Hay palabras que nos vacían el interior. Hay palabras de amor que son transformantes por su propio mensaje. En “Una mente brillante” su protagonista John Forbes Nash padece de esquizofrénica y paranoia. En el proceso de enfermedad, aparece la que va a ser su esposa, con quien va a forma una familia. El es un gran matemático y economista, se agudiza su capacidad intelectual y también se agudiza su enfermedad. La mujer se compromete con la causa de su marido, y permanece a su lado en lo más crítico de su enfermedad. Al final de la película cuando le entregan el Nobel en economía en el año 1994, Nash dice: “Yo siempre he creído en los números, en las ecuaciones y lógicas que llevan a la razón. Pero tras una vida de tales actividades, pregunto: ¿Qué es realmente la lógica?

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