Martes Santo: El misterio del traidor

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15/04/2025 – El martes Santo en el capítulo 13 del Evangelio de San Juan se relata el momento más doloroso de la última cena: la traición de Judas. El texto bíblico refiere a este acontecimiento describiendo un sentimiento de Jesús, “está conmovido”. La conmoción es la tensión que se produce entre sentimientos contrarios, por un lado está la luminosidad de aquella noche fraterna compartida con amigos en la memoria de una Pascua liberadora y por otra parte este sentimiento doloroso de sombra, de tiniebla, de oscuridad, que trae la traición que se mete dentro de la misma convivencia fraterna. Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó claramente: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”.Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.Uno de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: “Pregúntale a quién se refiere”. El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”.Jesús le respondió: “Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato”. Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote.En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: “Realiza pronto lo que tienes que hacer”.Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto.Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: “Compra lo que hace falta para la fiesta”, o bien que le mandaba dar algo a los pobres.Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.Después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él.Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir’.Simón Pedro le dijo: “Señor, ¿adónde vas?”. Jesús le respondió: “A donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás”.Pedro le preguntó: “¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti”.Jesús le respondió: “¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces”. Juan 13,21-33.36-38. El misterio del traidor Juan nos dice que Jesús, profundamente conmovido, declaró: “les aseguro que uno de ustedes me va a entregar” (13,21). Juan habla tres veces de la «turbación» o «conmoción» de Jesús: junto al sepulcro de Lázaro (cf. 11,33.38); el «Domingo de Ramos», después de las palabras sobre el grano de trigo que muere, en una escena que remite muy de cerca a la hora en el Monte de los Olivos (cf. 12,24- 27) y, por último, aquí.Son momentos en los que Jesús se encuentra con la majestad de la muerte y es tocado por el poder de las tinieblas, un poder que Él tiene la misión de combatir y vencer. El anuncio de la traición suscita comprensiblemente al mismo tiempo agitación y curiosidad entre los discípulos. «Uno de ellos, al que Jesús tanto amaba, estaba en la mesa a su derecha. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: “Señor, ¿quién es?”. Jesús le contestó: “Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado”» (13,23ss).Tal como está aquí, la respuesta de Jesús es totalmente clara. Pero el evangelista nos hace saber que, a pesar de ello, los discípulos no entendieron a quién se refería. Podemos suponer por tanto que Juan, repensando lo acontecido,

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