La progresividad en el vivir la ley del amor

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12/06/2024 – Jesús dice en Mateo 5,17-19 “𝘕𝘰 𝑝𝘪𝘦𝘯𝘴𝘦𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘪𝘯𝘦 𝑝𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘣𝘰𝘭𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘓𝘦𝘺 𝘰 𝘭𝘰𝘴 𝘗𝘳𝘰𝘧𝘦𝘵𝘢𝘴: 𝘺𝘰 𝘯𝘰 𝘩𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘪𝘥𝘰 𝘢 𝘢𝘣𝘰𝘭𝘪𝘳, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘢 𝘥𝘢𝘳 𝘤𝘶𝘮𝑝𝘭𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰.” El camino de la ley es el de la pedagogía con la que Dios nos conduce al encuentro con Cristo que lleva a la plenitud el mandato central que es el de la caridad, el que nos permite distinguir entre lo bueno y lo que no alcanza para ser lo que estamos llamados a ser. Jesús dijo a sus discípulos: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.» Mateo 5,17-19. La Ley Antigua La ley en cuanto tal tiene la posibilidad de revelarnos el camino, es pedagoga. Así aparece la Ley antigua, revelada por Dios a Moisés. Dice el Catecismo: “1961 Dios, nuestro Creador y Redentor, eligió a Israel como su pueblo y le reveló su Ley, preparando así la venida de Cristo. La Ley de Moisés contiene muchas verdades naturalmente accesibles a la razón. Estas están declaradas y autentificadas en el interior de la Alianza de la salvación.”La ley promulgada en el monte Sinaí viene a despertar la ley natural que Dios grabó en nosotros cuando nos creó. “1962 La Ley antigua es el primer estado de la Ley revelada. Sus prescripciones morales están resumidas en los diez mandamientos. Los preceptos del Decálogo establecen los fundamentos de la vocación del hombre, formado a imagen de Dios. Prohíben lo que es contrario al amor de Dios y del prójimo, y prescriben lo que le es esencial. El Decálogo es una luz ofrecida a la conciencia de todo hombre para manifestarle la llamada y los caminos de Dios, y para protegerle contra el mal: Dios escribió en las tablas de la ley lo que los hombres no leían en sus corazones (S. Agustín, Sal. 57,1).” La ley antigua tiene otras perspectivas: “1963 Según la tradición cristiana, la Ley santa (cf. Rm 7,12), espiritual (cf Rm 7,14) y buena (cf Rm 7,16) es todavía imperfecta. Como un pedagogo (cf Gal 3,24) muestra lo que es preciso hacer, pero no da de suyo la fuerza, la gracia del Espíritu para cumplirlo. A causa del pecado, que ella no puede quitar, no deja de ser una ley de servidumbre.” En este sentido, como dice Pablo, la ley es ocasión de pecado: al no ser plena en su acompañamiento de gracia para el cumplimiento de lo dado, la ley antigua se queda a mitad de camino en el precepto, salvo que se abra a la consecución de gracia con la que la ley perfecta, la nueva, viene a secundar el camino que nos muestra lo que está marcado dentro de nosotros mismos como lo bueno a alcanzar y lo malo para evitar. “Según S. Pablo tiene por función principal denunciar y manifestar el pecado, que forma una “ley de concupiscencia” (cf Rm 7) en el corazón del hombre. No obstante, la Ley constituye la primera etapa en el camino del Reino. Prepara y dispone al pueblo elegido y a cada cristiano a la conversión y a la fe en el Dios Salvador. Proporciona una enseñanza que subsiste para siempre, como la Palabra de Dios.”Al revelar nuestra fragilidad, nos pone de cara a la ley nueva y a la expectativa de su llegada, que ya está profetizada en el Antiguo Testamento: Yo les daré un nuevo código de ley en sus corazones, la voy a escribir y no como sobre tablas de piedras,

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