El Señor nos invita a escuchar y ver con mayor claridad

Radio Maria Argentina - A podcast by Radio Maria Argentina

24/07/2024 – En el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a abrir el oído, a ver con mayor claridad y disponernos a darle la bienvenida a la Buena Noticia. Los discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Por qué les hablas por medio de parábolas?”.El les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden.Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán,Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen.Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron. San Mateo 13,10-17 Para entender a Dios ejercitarnos en la escucha El evangelio nos advierte que la incapacidad de comprensión de Dios en nuestra vida no pasa por la capacidad de razonar, sino de entenderlo desde un corazón renovado en la escucha, para entender el misterio de Dios debemos ejercitarnos en la capacidad de escucha. Es por el camino de la escucha interior del misterio de Dios desde donde crecemos en la posibilidad de que su Palabra sea transformadora de nuestra vida produciendo mucho fruto. Un psicólogo atendía en una consulta de un hospital… sus pacientes eran adolescentes… Cierto día le enviaron a un joven de 14 años que desde hacía un año no pronunciaba palabra y estaba internado en un orfanato… Este muchacho llevaba a sus espaldas una mochila cargada de dolor; cuando era muy pequeño, su padre murió… vivió con su madre y su abuelo hasta hacía un año… a los 13 muere su abuelo, y tres meses después su madre en un accidente… el muchacho cuando llegaba a la consulta se sentaba y miraba a las paredes, sin hablar; estaba pálido y nervioso… El médico no podía hacerle hablar. Comprendió que el dolor del muchacho era tan grande que le impedía expresarse, y él, por más que le dijera algo, tampoco servía de mucho. Optó por sentarse y observarlo en silencio, acompañando su dolor…. Después de la segunda consulta, cuando el muchacho se retiraba, el doctor le puso una mano en el hombro: “Te espero la semana próxima, si este es tu deseo… duele ¿verdad?…” El muchacho lo miró, no se había sobresaltado ni nada… sólo lo miró y se fue… Cuando volvió a la semana siguiente… el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez… así pasaron varios meses… sin hablar… pero él notaba que David ya no parecía nervioso… y su palidez había desaparecido… Un día mientras el doctor miraba la cabeza del muchacho, mientras él estudiaba agachado la jugada en el tablero… pensaba en lo poco que sabemos del misterio del proceso de curación… De pronto… David alzó la vista y lo miró: “Le toca” – le dijo. Ese día empezó a hablar, hizo amigos en la escuela, ingresó a un equipo de ciclismo y comenzó una nueva vida… su vida. Posiblemente el médico le enseño algo… pero también aprendió mucho de él… Aprendió que el tiempo hace posible lo que parece dolorosamente insuperable… a estar presente cuando alguien te necesita… a comunicarnos sin palabras. Basta un abrazo, un hombro para llorar, una caricia… un corazón que escuche Los pasos de una escucha atenta y desde el cora...

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