Día 4: El pecado en nosotros
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22/02/2024 – En el camino de San Ignacio se propone para la primera semana la conciencia de ser pecadores para que Dios pueda poner mano ahí y cambiar el sentido de nuestra historia, regalándonos gracia de redención. San Ignacio nos invita a esta “vergüenza y confusión de mis mismo”, viendo en mi como tengo comunión de pecado con tanto y cuando dañó este hace, en muerte, y como ausenta Dios cuando gana el corazón. Ten piedad de mí, oh Dios, en tu bondad, por tu gran corazón, borra mi falta. Que mi alma quede limpia de malicia, purifícame tú de mi pecado. Pues mi falta yo bien la conozco y mi pecado está siempre ante mí; contra ti, contra ti sólo pequé, lo que es malo a tus ojos yo lo hice. Por eso en tu sentencia tú eres justo, no hay reproche en el juicio de tus labios. Tú ves que malo soy de nacimiento, pecador desde el seno de mi madre. Mas tú quieres rectitud de corazón, y me enseñas en secreto lo que es sabio. Rocíame con agua, y quedaré limpio; lávame y quedaré más blanco que la nieve. Haz que sienta otra vez júbilo y gozo y que bailen los huesos que moliste. Aparta tu semblante de mis faltas, borra en mí todo rastro de malicia. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, renueva en mi interior un firme espíritu. No me rechaces lejos de tu rostro ni me retires tu espíritu santo.Dame tu salvación que regocija, y que un espíritu noble me dé fuerza. Mostraré tu camino a los que pecan, a ti se volverán los descarriados. Líbrame, oh Dios, de la deuda de sangre, Dios de mi salvación, y aclamará mi lengua tu justicia. 17 Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza. Un sacrificio no te gustaría, ni querrás si te ofrezco, un holocausto.19 Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeñas a un corazón contrito. Favorece a Sión en tu bondad: reedifica las murallas de Jerusalén; entonces te gustarán los sacrificios, ofrendas y holocaustos que se te deben; entonces ofrecerán novillos en tu altar. Salmo 51 En este ejercicio, el primero, San Ignacio nos orienta a suscitar en nosotros la experiencia de la Misericordia y paciencia que el Señor ha tenido con nosotros. La petición es (EE 48) pedir: “vergüenza y confusión de mi mismo, viendo desde la comunión de pecado cuantos han sido dañados por un pecado mortal y como merecía yo la ausencia de Dios (condenado dice el texto original) para siempre por mis tantos pecados.” Es importante entrar a este lugar de meditación oración desde la gracia de la misericordia de Dios. Después de leer sobre la misericordia de Dios y dejarnos llevar por su amor de fidelidad, ingresamos al ejercicio de los tres pecados según los siguientes pasos: a. Considerar que el Señor me mira, etcétera, y hacer una reverencia (EE 75). La mirada del Señor es algo más personal que una mera presencia. Si estamos en un cuarto con otro trabajando y además de estar presente nos mira, aunque no nos diga nada está mas presente. San Ignacio dice, además, etcétera; o sea el Señor nos mira y puede hacer otra cosa, decirnos algo o pedirnos algo, eso en el comienzo de la oración o recién iniciada, estemos atentos. Ignacio dice que hagamos una reverencia, uno de los objetivos de principio y fundamento: “hacer reverencia a Dios nuestro Señor” (EE 23). Practiquémoslo en el comienzo de la oración para afirmar nuestra fe en su presencia. Solo basta un gesto muy simple como arrodillarse o inclinarse profundamente. Si ese simple gesto nos recoge interiormente poniéndonos en disposición orante de escucha, hagámoslo en adelante. b. Pedir gracia al Señor que me está mirando para que todo sea ordenado a su servicio y alabanza (EE 46). En cada hora de oración debemos pedir gracia de alabanza y ser...