Día 26: Contemplación para alcanzar amor

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11/04/2025 – Llegamos al final de los Ejercicios Ignacianos. San Ignacio nos introduce en la contemplación para alcanzar amor teniendo en cuenta cuanto amor nos ha tenido el Señor invintándonos a hacer memoria agradecida. Hoy nos vamos a detener en el cuarto punto viendo cómo Dios escribe derecho sobre renglón torcido La contemplación para alcanzar amor (EE 230-237) es una recapitulación de la experiencia de los Ejercicios, que ha sido un encuentro personal con Cristo nuestro Señor, en el que él nos ha manifestado su voluntad y nos ha llamado a un servicio y a un seguimiento más de cerca. Podríamos decir que el fin de esta contemplación es el de todos los Ejercicios, según un texto primitivo de las Constituciones de la Compañía de Jesús, redactadas por San Ignacio: “aclararse más la inteligencia y calentarse en el amor de Cristo nuestro Señor y hacerse más ferviente en las operaciones exteriores e interiores” (Const. Parte 3, capítulo 3, n. 6 del texto a). Por eso su título es “para alcanzar amor”: se entiende, a Cristo nuestro Señor. * La contemplación comienza con dos advertencias. “La primera es que el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras”: no es que no se de también en las palabras y en las otras manifestaciones más afectivas; pero se da “más en las obras” y a las obras hay que prestar sobre todo atención, tanto cuando se quiere juzgar del amor de Dios que nos tiene, como del amor que nosotros tenemos a Dios; y en las obras no hay posibilidad de engaño.Es un principio evangélico:Mateo 7, 21-27: “No todo el que me diga… sino el que haga”.1 Juan 3, 18: “No amemos de palabra… sino con obras”. Santiago 1, 22-25”: “Poned por obra la Palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos”.Romanos 2, 13: “No son justos… sino los que la cumplen”. Como dice San Ignacio: “el amor se ha de poner más en las obras” (EE 230). De aquí la importancia que tiene, en orden a demostrar nuestro amor a Dios, lo que él, durante estos Ejercicios, me ha pedido… y espera que yo haga en su servicio, al salir de los Ejercicios. La segunda advertencia es que el amor mutuo consiste en comunicación de las dos partes; es, a saber, en dar y comunicar el amante al amado lo que tiene o de lo que tiene o puede; y así por el contrario, el amado al amante; de manera que, si el uno tiene ciencia, dar al que no la tiene, y así el otro al otro” (EE 231). La contemplación para alcanzar –o sea, aumentar- el amor de Dios consiste, pues, en considerar lo que él me ha dado (“lo que tiene o de lo que tiene o puede…”), para moverme a mí a darle, a mi vez, lo que tengo o de lo que tengo o puedo. Y debo, por así decirlo, tanto agudizar mi vista –con la gracia de Dios- para ver lo que él me ha dado, como para darme cuenta de lo que yo le puedo dar a él: por ejemplo, mi elección, mi reforma o enmienda de vida… EE 75: “Considerar cómo Dios nuestro Señor me mira, etc.”. EE 46: Pedir gracia para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente en servicio y alabanza de su divina Majestad”. EE 232: Composición de lugar “que aquí es ver cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los santos intercediendo por mí”. Sobre la intercesión constante del Señor, cf. Heb 7, 25, con nota de BJ; Rom 8, 24, con nota de BJ; 1 Juan 2, 1. EE 233: Pedir lo que quiero: “será aquí pedir conocimiento interno (como el que pedíamos, durante la Segunda semana, de Cristo) de tanto bien recibido, para que enteramente reconociéndolo, pueda en todo amar y servir a su divina Majestad”.

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