Día 24: El Resucitado

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21/03/2024 – En el penúltimo día de este camino de Ejercicios Espirituales en la vida cotidiana, el Señor nos visita resucitado. Y quiere encontrarse con nosotros así como estamos, con lo que nos pasa, con lo que tenemos entre manos, con lo que sentimos. Podemos quedar desconcertados al principio, pero la gracia de este encuentro nos lleva a abrazar lo mucho y nuevo que se abre en nuestra vida hacia adelante.  María estaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. Le dijeron: “Mujer, ¿por qué lloras?” Les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.”Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: “Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.”Jesús le dijo: “María”. Ella se dio la vuelta y le dijo: “Rabón”, que quiere decir “Maestro”. Jesús le dijo: “Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.”María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: “He visto al Señor y me ha dicho esto.” Juan 20, 11 – 18 Hay dos relatos más de la resurrección de Jesús que nos cuentan acontecimientos semejantes, circunstancias que hablan de lo mismo, de Jesús que ha vencido la muerte, el pecado y aparece en la comunidad de los discípulos revelando el don de la vida, el brillo de su luz resucitada disipando la oscuridad de la muerte en el corazón de ellos los otros dos textos son: el de los Discípulos de Emaús, Jesús caminado con ellos y la Pesca milagrosa en el Mar de Tiberíades, estos tres textos el de la aparición a María Magdalena, los discípulos de Emaús y Jesús junto al Lago de Tiberíades tienen datos comunes, lo primero es constatar que hay un límite que encuentran los que se están por encontrar con Jesús, en María Magdalena es el llanto, ella llora y en este límite se ve impedida de poder descubrir a Jesús, en los discípulos de Emaús es el semblante triste con el que dice Lucas que ellos van caminando, esto también les impide descubrir al Maestro, en la pesca cuando Jesús está a orillas del lago los discípulos no lo pueden ver porque ha ganado el corazón de ellos el fracaso de una pesca infructuosa durante toda la noche, en los tres casos Jesús está allí pero en el límite de permanecer frente a su propio dolor a ellos les resulta imposible descubrir al Maestro, María llora, los discípulos de Emaús van con la semblante triste y los pescadores sufren las consecuencias dolorosas de una noche infructuosa de pesca en el mar, hay tres límites concretos y tres imposibilidades de descubrir a un Jesús que está allí y ellos no lo pueden ver, en el lago Jesús aparece como un pescador mas a la orilla con un fueguito encendido y un pez sobre las brasas, con los discípulos de Emaús Jesús es un peregrino, aquí en el Huerto donde estaba el sepulcro de Jesús de Nazaret María cree que es el cuidador, el jardinero, es decir, el Señor tiene una presencia que no escandaliza, no sacude de tal manera que desacomoda sino que con la sencillez de su modo y de su estilo ya en Nazaret se hace presente sin hacer demasiada bulla, la resurrección no es un lugar bullicioso, no es un lugar estruendoso, es un lugar simple como un jardinero, sencillo como un peregrino en el camino, la resurrección es experiencia cotidiana, tan cotidiana como era la pesca para los discípulos primeros de Jesús, Jesús se hace pescador a la orilla del lago, este es como otro rasgo propio del estilo de la resurrección de Jesús, pero hay otro dato, Jesús deja un signo en el camino para que pueda...

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