Día 24: Los discípulos de Emaús
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09/04/2025 – Hoy contemplamos a Jesús que se pone codo a codo, al lado de los discípulos de Emaús. Les permite que puedan hacer catarsis, se ha roto una esperanza muy importante. Hoy, como ellos, le decimos al Señor “Quédate con nosotros señor, no pases de largo”, que bien nos viene todo lo que este relato de los discípulos nos trae. No te pases de largo Jesús, quédate con nosotros. Se lo tenemos que decir al Señor mientras estamos atravesando ese tiempo de incertidumbres. Él tiene cosas para explicarte y decirte en este tiempo de dolor, él tiene certezas para regalarle al tu corazón. El les dijo: “¿Qué comentaban por el camino?”. Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: “¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!”.“¿Qué cosa?”, les preguntó. Ellos respondieron: “Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas.Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron”.Jesús les dijo: “¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?” Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante.Pero ellos le insistieron: “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: “¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?”.En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: “Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!”. Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Lucas 24,13-35 Nos detenemos en este tiempo de los Ejercicios Ignacianos en los textos de la resurrección. El que acabamos de compartir es un texto eucarístico y misionero. Los discípulos van de camino, uno se los imagina tristes, desilusionados, sin esperanza, como pateando piedritas. Al cruce les sale un peregrino que, después nos damos cuenta es el mismo Jesús, quien los recibe deja que ellos hagan catarsis de su angustia y después con la pedagogía propia de uno que sabe llevar las cosas a termino comienza a explicarles, desde la palabra, que todo lo sucedió estaba reflejado en las escrituras. Así se les va aliviando el alma.Jesús, en medio, va poniendo ese clima propio de quien es capaz de hacer de un compartir sencillo un escenario de trascendencia, de sentido eso que tantas veces nos falta como a estos discípulos.Jesús en un momento determinado, dice el texto, amaga como para seguir el camino y ellos le piden que se quede. Ahí comienza el segundo momento, el eucarístico. Algunos leen que los discípulos de Emaús se trataba de un matrimon...