Día 19: La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén
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14/03/2024 – Hoy contemplamos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Con ésta contemplación nos abrimos a la tercera semana de los Ejercicios Ignacianos, donde se nos invita a la elección de vida que va inspirando el Señor en nuestro corazón. La segunda semana ha sido para encontrar las señales que nos llevaban hasta donde Dios nos quiere, haciendo su voluntad amorosa. Un tiempo de confirmación que ocurre en el corazón y en señales concretas donde Dios te dice “es por acá, no lo dudes”. “Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y de Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles: «Vayan a ese pueblo que ven enfrente; apenas entren encontrarán un burro amarrado, que ningún hombre ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: ¿Por qué hacen eso?, contesten: El Señor lo necesita, pero se lo va a devolver aquí mismo.» Se fueron y encontraron en la calle al burro, amarrado delante de una puerta, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Por qué sueltan ese burro?». Ellos les contestaron lo que les había dicho Jesús, y se lo permitieron. Trajeron el burro a Jesús, le pusieron sus capas encima y Jesús montó en él. Muchas personas extendían sus capas a lo largo del camino, mientras otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. Y tanto los que iban delante como los que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!». Entró Jesús en Jerusalén y se fue al Templo. Observó todo a su alrededor, y siendo ya tarde, salió con los Doce para volver a Betania.” El relato de Mc 11, 1-11 da la impresión de seguir más de cerca los hechos históricos y los detalles que nos ofrece no pueden sino ser conocidos por un testigo ocular (¿Pedro, cuyo discípulo era Marcos?): descripciones topográficas muy exactas, la naturaleza más bien sobria de las aclamaciones con insistencia en la nota israelita y real (“¡Bendito el Reino que viene de nuestro padre David”). El relato de Marcos se caracteriza por su simplicidad, su falta de retoques literarios, considera el acontecimiento como el cumplimiento de una profecía – Tres rasgos de la narración nos impresionan. Ante todo, que, por única vez en su vida, Jesús permite esta manifestación pública de su papel mesiánico. En segundo lugar, el empleo, de hecho extraordinario en Marcos, del título de Kyrios (Señor) para designar a Cristo. Y por último, es la primera vez que Jesús viene a la ciudad santa y entra en su templo. ¿Sería lícito ver, en esta última circunstancia, una referencia implícita a la profecía de Malaquías 3, 1 (“He aquí que vendrá a su templo el Señor a quien buscáis Es evidente que Marcos reconoce en los hechos una manifestación de la realeza mesiánica de Jesús, aunque él se contente con dejar que los hechos hablen por sí mismos. Mateo 21, 1-11 ¿Qué papel juega el relato de Mateo? Se impone por su carácter mesiánico, subrayado ante todo por las referencias a las profecías. Pero hay indicios de que Mateo ha querido poner esta escena en paralelo con la entrada de los magos en Jerusalén (Mt 2, 1 ss.). La emoción causada entonces por la pregunta de los magos hace pensar con la que se produce treinta años después, cuando los habitantes de la ciudad santa rechazan reconocer en el humilde y pobre Rey –profeta de Nazaret, al Mesías de Israel: “Y al entrar él en Jerusalén toda la ciudad se conmovió” (Mt 21, 10-11). Lucas sigue también la narración de Marcos, mas –como Mateo- la hace terminar con la purificación del templo.