Día 18: Tres binarios

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13/03/2024 – En el ejercicio de hoy San Ignacio nos propone una contemplación para darle cierre a la segunda semana de ejercicios espirituales: Los tres binarios. “Tres binarios es una meditación muy importante a la hora de cerrar la segunda semana de los ejercicios que es de elección. Una elección en la voluntad y querer de Dios que se viene manifestando en el corazón”, dijo el padre Javier y agregó que “tres binarios quiere liberarnos de lo que nos inquieta para poder ir detrás de lo que Dios nos pide. Que pueda querer lo que Dios quiera en santa indiferencia”. “Tres binarios se refieren a tres tipos de personas frente a la decisión respecto a un bien en particular. En ésta contemplación, yo no soy uno de ellos sino, que soy solo un espectador. Al contemplar voy viendo que mociones se van provocando en mi interior.” Es una meditación –así la llama san Ignacio- importante, pues en la última preparación –en forma de tema de oración- antes de entrar en la materia de elección o reforma de vida: quien no está con la indiferencia propia del “tercer binario”, no debe entrar en elecciones o reformas de vida, sino que debe continuar preparándose, pues con tal estado de ánimo no va a oír la voz de Dios que puede pedirle aquello para lo cual se halla indiferente. Aclaremos que “binarios de nombres” quiere decir grupo o tipo de hombres con una actitud característica –en cada uno de los tres casos- que describiremos más adelante. Es una frase que, en tiempo de san Ignacio, se usaba en los casos de conciencia para designar a los que formaban parte del ejemplo, como luego se hablaría de Ticio o de Casio: en lugar de un personaje se habla de dos y se los designaba como “binario”. La oración comienza, como siempre, recordando que estoy bajo la mirada del Señor, etc. (Tercera edición, EE 57) y se sigue –como también es ordinario en los Ejercicios- con la “oración preparatoria” (EE 46). Luego viene la “historia”, la cual es aquí “de tres binarios de hombres; y cada uno de ellos ha adquirido diez mil ducados, no pura o debidamente por amor de Dios; y quieren todos salvarse y hallar en paz a Dios nuestro Señor, quitando de sí la gravedad (o sea, el peso) e impedimento que tienen para ello (o con ello) en la afición de la cosa adquirida” (EE 150). Se trata, pues –en la misma línea que hemos visto, en “las Dos banderas”- de la codicia de riquezas que –según san Ignacio- “suele ser, la mayor parte de las veces” (EE 142) una tentación para los hombres. Los tres binarios –clase o tipos- de hombres tiene una posesión, como dice un autor contemporáneo, “inquietante”. No es que la hayan adquirido de mala manera –porque entonces tendría que restituirla a quien se la han robado-, pero le tienen una afición a su posesión que les resulta un peso o “impedimento” en su camino, porque los tres “quieren salvarse (o sea, santificarse) y hallar en paz a Dios nuestro Señor” y encuentran, “en la afición de la cosa adquirida”, un “impedimento”. San Ignacio no quiere que uno mismo se sienta aludido por el ejemplo, de modo que no se trata de poner como “cosa adquirida” lo que a uno mismo lo inquieta (esto se deja, en caso extremo, para el coloquio que en esta meditación tiene una nota propia, EE 157, que no siempre hay que tener en cuenta, sino solamente cuando “nosotros –los que estamos haciendo los Ejercicios- sentimos afecto o repugnancia contra algo”, acerca de lo cual pensamos hacer elección o reforma de vida). Porque como enseguida se verá –a propósito de la “composición viendo el lugar” y también de la “petición”- en esta meditación se trata de “desear y conocer lo que sea más grato a su divina majestad” y no de verse a sí mismo como un ejemplo.

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