Día 14: Reglas de discernimiento Ignaciano
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26/03/2025 – Para continuar avanzando en los ejercicios ignacianos, nos detendremos para conocer las reglas de discernimiento que San Ignacio propone para esta parte del camino: primera y segunda semana de discernimiento. Las reglas de discernir de la Primera semana La “discreción de los espíritus” se hace por un don o carisma o gracia, gratis data, que el Espíritu Santo concede a algunos. Consiste en un instinto o luz particular que el Espíritu Santo comunica para discernir, en sí o en otros, de qué principio provienen los movimientos internos del ánimo, si del bueno o del malo.Las reglas de la Primera semana son “para, en alguna manera, sentir y reconocer las varias mociones que en el ánima se causan: las buenas para recibir y las malas para lanzar; y son más propias de la Primera semana”. Estas reglas ayudan “en alguna manera” porque, además de leerlas, hay que tener en cuenta la experiencia y sólo así se las puede entender, es decir, entre el tenor de la regla y experiencia se necesita la gracia, sin la cual no podemos nada. La mejor manera de aprender a discernir es leyendo los apuntes espirituales o cartas de quienes han tenido experiencia y nos la han comunicado, para entender, en ellas, el sentido de las reglas de discernimiento ignacianas. Por ejemplo, “Camino” de Teresa, la biografía de Ignacio, o “Historia de un alma” de Santa Teresita o la vida del P. Pio de Pietrelcina. Es subirse a los hombros de un gigante, por eso la vida de los santos es importante para descubrir cómo se mueve Dios en la vida de las personas y cómo el mal busca impedirlo. Lo mismo pasa en nuestras vidas. Las reglas son “para sentir y conocer las varias mociones: las buenas para recibir, las malas para lanzar”. Se señalan tres niveles o etapas de un discernimiento de espíritus: el primero es “sentir”, es decir, caer en la cuenta de que se tiene un “sentimiento” o “pensamiento” o “moción”. El segundo es “conocer” su malicia o bondad espiritual, es decir, conocer su sentido. El tercero actuando en consecuencia del discernimiento que hasta el momento se ha hecho. ¿Qué sería conocer el sentido de una moción? San Bernardo dice: “No es fácil discernir si es nuestro espíritu quien nos habla, o bien alguno de los ya mencionados. Mas ¿qué importa, para el caso, conocer la persona que nos habla (el propio espíritu o un espíritu de fuera), constándonos ser pernicioso lo que nos dice? Si conocemos que es nuestro enemigo (y a veces se lo puede conocer por lo transitorio de su ataque, si resistimos bien a él, o por su intensidad fuera de lo común, etc.), hay que resistirlo y rechazarlo varonilmente, como a tal; y si fuese nuestro espíritu (o nuestro estado físico o psicológico), vuélvete contra él, y lamenta con amargura de corazón que hayas llegado a tanta miseria y a tan ominosa esclavitud.” Resumiendo, diríamos que la regla fundamental del discernimiento ignaciano está dada cuando dice que “tanto ha de ellas cuanto le ayuden para su fin; y tanto debe quitarse de ellas, cuanto para ello le impiden”, si se entiende por “cosas” los sentimientos, pensamientos, mociones o espíritus, o como quieran llamarse los movimientos interiores o mociones que constituyen la experiencia de los espíritus.Hay una variedad que se reduce a una simple alternativa: los sentimientos, pensamientos, mociones, afectos o como quiera llamárselos, o bien nos ayudan en el camino que llevamos hacia Dios, cumpliendo su voluntad, o bien nos impiden ese mismo camino. Primera y segunda reglas Todo hombre es un caminante hacia Dios (un “peregrino”,