5 de Febrero - Protección extraordinaria
Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland - A podcast by Kenneth y Gloria Copeland
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5 de Febrero Kenneth Protección extraordinaria «El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia». (Juan 10:10) Al considerar cuánto odia el diablo a la gente y cuán decidido está en querer destruirla, no es una sorpresa para nosotros que exista tanta calamidad y tragedia en el mundo. En realidad, es asombroso que no veamos ¡una mayor cantidad! Una vez le pregunté al Señor acerca de ese a ese asunto, y me dijo que al mundo de las tinieblas le lleva mucho tiempo maquinar los grandes desastres. Por ejemplo: tomemos el caso de la industria aeronáutica. Este sector tiene muchos reglamentos y está constantemente en guardia porque la seguridad es lo primordial. Por eso, al diablo le es mucho más difícil causar desastres en un sector tan regulado como ese. Satanás no puede entrar rugiendo y arrasar con todo en cualquier momento que se le antoje. Si pudiera, se pasaría la noche entera derribando aviones. Pero no puede hacerlo. ¿Por qué no? Porque está atado. La Biblia dice que el diablo está ligado a cosas que son comunes al hombre. Él tiene que alinear ciertas cosas en el ámbito natural —humano—, antes de que pueda poner un dedo sobre alguien, y debe valerse de personas para llevar a cabo su trabajo. Pero, bendito sea el Señor, no estamos atados a lo que es común al hombre. Somos libres de usar ¡lo que es común para Dios! Nuestras armas no son comunes. ¿Qué significa eso? Quiere decir que deberíamos agarrar al diablo, meterlo en una bolsa, coserla, envolverla y colocarle un moño. El diablo no puede arruinar tu vida, a menos que le des lugar. Él no puede entrar, y empezar a destruir y a robar, a menos que él pueda hacerte caer en pecado, duda o desobediencia. Así que, si él ha estado dándote problemas, pídele al Espíritu Santo que te muestre en cuál de esos aspectos le has dado lugar. Luego, arrepiéntete y deshazte de ello. Una vez que lo hayas hecho, saca las armas que Dios te ha dado y dispara con ambos cañones. Saca el arma de la Palabra. Saca el arma de la oración. Toma la fe y utilízala para atar al diablo. Aprovecha el poder extraordinario de Dios para mantenerlo atado, y éste no podrá venir en tu contra. Lectura bíblica: Efesios 6:10-18