3 de Julio - La disciplina de Dios
Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland - A podcast by Kenneth y Gloria Copeland
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3 de Julio Kenneth La disciplina de Dios «Porque el Señor disciplina al que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.» Si ustedes soportan la disciplina, Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no discipline?» Hebreos 12:6-7 Hoy en día existe un terrible malentendido entre los creyentes acerca del método de Dios para disciplinar a Sus hijos. Algunos dicen que Dios envía tornados, accidentes automovilísticos o cualquier clase de desastre para enseñarnos algo. Pero no es así. Un Dios amoroso no envía muerte y destrucción a Sus hijos para enseñarles. Él no desata Su perro asesino para que nos muerda la pierna y así aprendamos a usar nuestras botas. ¿Cómo disciplina Dios a los suyos? Lo hace con Su Palabra. En 2 Timoteo 3:16-17 leemos: «Toda la Escritura es un soplo de Dios (inspirada por Él), y útil para enseñar, para redargüir, para corregir de los errores, para convencer de pecado y disciplinar en obediencia, [y] para entrenar en la justicia (para una vida santa, conforme a la voluntad de Dios en pensamiento, propósito y acción)para que el hombre de Dios pueda ser perfecto y bien equipado para toda buena obra» (La Biblia Amplificada). Si miras en 2 Corintios 7 encontrarás un ejemplo de esta verdad. Allí el apóstol Pablo habla de una situación en la iglesia de Corinto que necesitaba ser corregida. La iglesia se había desviado del camino. ¿Cómo lo hizo Pablo? Él no le pidió a Dios que enviara un terremoto para sacudir a los creyentes; solamente les envió una carta en la que les reprochaba lo que habían hecho. Les dolió tanto que hubieran preferido ser golpeados con un palo. Dicha reprensión les llegó al corazón y los llevó al arrepentimiento. El Padre celestial te ama y por eso te disciplina, pero lo hará con instrumentos espirituales, no carnales. Dios usará el poder del Espíritu en Su Palabra para disciplinar la incredulidad y purificar tu espíritu de tal manera que no te sientas debilitado ni culpable, sino fortalecido. Así que deja de arrodillarte ante los desastres y comienza a someterte a la Palabra de Dios. Ríndete ante la Palabra y deja que sea ella la que te corrija, removiendo la carne y la lujuria que hacen que te desvíes. Recuerda: la espada del Espíritu es de doble filo: uno es para vencer a Satanás, y el otro para corregirte. Deja que Dios te use para mantenerte en el camino correcto. Lectura bíblica: 2 Corintios 7