27 de Mayo - Dios quiere que estés sano
Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland - A podcast by Kenneth y Gloria Copeland
Categories:
27 de Mayo Kenneth Dios quiere que estés sano «Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto delante de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus estatutos, jamás te enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los egipcios. Yo soy el Señor, tu sanador». Éxodo 15:26 ¿Ha tratado el diablo alguna vez de poner culpa y condenación en tu vida al decirte que ir con los médicos y tomar medicinas es contrario a los principios de fe cuando necesitas sanidad? Si es así, tengo palabras alentadoras que te ayudarán a tener paz en tu corazón. La voluntad de Dios es sanarte. Eso es lo primero y lo más importante que debes comprender. Si tu fe es fuerte y puedes creer en la Palabra sin dudar (a pesar de las circunstancias o de los síntomas que vengan en tu contra), entonces podrás recibir esa sanidad sólo por fe. Pero esa clase de fe requiere más que oír unas cuantas predicaciones sobre sanidad. Exige una revelación personal y profunda del poder sanador de Dios. Por lo tanto, si aún no has cultivado esa clase de fe, entonces el médico es tu mejor amigo. Si no estás seguro de que tu fe sea lo suficientemente fuerte o que necesites la ayuda del médico, sigue las instrucciones del apóstol Pablo (Colosenses 3:15) y deja que la paz sea tu árbitro. Si te asalta el temor cuando piensas en prescindir de la ayuda médica, entonces ve al médico. ¡Y hazlo en fe! Por otra parte, si tienes la confianza firme de que la sanidad es tuya estrictamente por fe, deja que ésta haga la obra y recibe tu sanidad directamente. Ir o no al médico no es lo importante. Lo que importa es que aquello que hagas, sea hecho en fe. De cualquier manera, puedes regocijarte al saber que Dios está cooperando contigo, ayudándote y respetando el nivel de tu fe. Agradece a Dios por tu sanidad―no importa cómo venga―y no dejes que Satanás te haga caer en condenación. ¡No es asunto de él! Lectura bíblica: Deuteronomio 7:8-15