11 de Mayo - Nunca caigas

Audio Devocional "Crezcamos de Fe en Fe" - Ministerios Kenneth Copeland - A podcast by Kenneth y Gloria Copeland

11 de Mayo Kenneth Nunca caigas «Procura con diligencia presentarte ante Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que usa bien la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15) Muchas personas han estado jugando en lo que respecta a la Palabra. En público, se autoreconocen como gente de fe; pero, en lo privado, nunca abren su Biblia. Luego, cuando vienen los problemas y tratan de permanecer firmes en la Palabra, fallan espiritualmente por completo. Bien, el momento de jugar se acabó. Es tiempo de percatarnos de que la verdadera fe involucra acción. En Santiago 2:20 leemos que la fe sin obras [o sin la acción correspondiente] está muerta. Si quieres la clase de fe que te mantenga de pie mientras otros caen a tu alrededor, necesitas practicar la Palabra. Primero: Necesitas estudiar. Puedes estudiar la Palabra de muchas maneras. No sólo puedes leerla, sino también escudriñarla con concordancias, diccionarios griegos y hebreos y otras guías de estudio. Además, si tienes un reproductor de audio a tu disposición, puedes pasar la mitad del día escuchando enseñanzas. Esa es sólo una manera de estudiarla, pero es poderosa. Segundo: Ve a un lugar donde se predique la Palabra. Lo que leemos en Romanos 10:17 «…la fe proviene del oír…», se está refiriendo a la Palabra predicada. Siempre que comienzo a sentirme rodeado de problemas y se me dificulta escuchar a Dios, dejo todo y busco algún lugar donde pueda oír la predicación de la Palabra. He recibido más respuestas de Dios de esa manera de las que te pueda relatar. Aunque el predicador no haya hablado acerca de algo que esté remotamente relacionado con el asunto con el que estoy luchando, alguna Palabra de las Escrituras comienza de repente a llevar mis pensamientos en cierta dirección. Y de repente me doy cuenta: “¡Ésa es la respuesta al problema con el que he estado lidiando en las últimas seis semanas!”. Tercero: Necesitas comenzar a declarar la Palabra que has oído. Encuentra las promesas de Dios relacionadas con tu situación y confiésalas en voz alta como si ya se hubieran cumplido en tu vida. Toma la Palabra de Dios en serio. Estúdiala. Declárala. Transfórmate en un obrero tan diligente que, cuando el mismo diablo te mire, se atemorice y diga: “¡Ahí está un creyente que ya no está jugando!” Lectura bíblica: 2 Pedro 1:3-10

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